
Filesharing
GNUnet es un marco para redes entre pares seguras que no utiliza servicios centrales ni confiables. Este marco ofrece cifrado a nivel de capa de red y localización de recursos. Los pares de GNUnet monitorizan el comportamiento de otros pares, con respecto al uso de recursos; los pares que contribuyen a la red son recompensados con un mejor servicio.
El código fuente se ha escrito en C, pero con Freeway hay un esfuerzo para producir una versión compatible escrita en Java. Actualmente GNUnet funciona bajo Linux, BSD, Mac OS X, Solaris y Windows.
afs (anonymous file sharing) [editar]La aplicación principal es el anonimato, resistente a la censura file-sharing, permitiendo a los usuarios publicar o buscar anónimamente información de cualquier tipo.
Pornografia
Libertad, pornografía y censura
http://www.caravantes.com/cv/censura.htm
Junio 1998. Antonio Caravantes (antonio @ caravantes.com)
Cualquier internauta puede emitir información a través de una página web o en un mensaje dirigido a un grupo de noticias. Y esas informaciones serán publicadas sin pasar filtros de calidad, estilo o moralidad. El propio usuario se convierte en editor, y solo él es el responsable de lo que publica, igual que el receptor es el único responsable de consultar unas u otras cosas. Esto supone un sistema de comunicaciones realmente libre que jamás ha tenido precedente.
El éxito de la publicación -el número de lectores- depende sobre todo de la simple aceptación que esa información pueda tener en el resto del colectivo, independientemente de lo que se considera como deseable por la mayoría de la sociedad. Por ejemplo, las páginas web con pornografía suelen tener bastante público, aunque un buen sector social considere que ese contenido es inmoral en alguna medida. De hecho hay muchos sitios web que cobran por mostrar imágenes pornográficas y eso tiene más clientes que otro tipo de materiales informativos igualmente vendibles.
En los últimos años se ha iniciado una dura batalla para limitar los contenidos sexuales transmitidos por Internet que supuestamente puedan perjudicar a los más jóvenes. Pero hasta ahora todos los intentos han fracasado porque no se ha encontrado la forma de consensuar esos planteamientos ni tampoco ha habido manera de crear restricciones que estuviesen dentro de la legalidad constitucional imperante en las democracias occidentales. El principal problema está en que no existe un límite definido entre la pornografía y el arte, entre la el sexo y la anatomía, entre el erotismo y la literatura.
La mayoría de nosotros tenemos una idea aproximada de lo que personalmente meteríamos en unas y otras áreas de las que se han mencionado. Pero también es cierto que casi todos somos incapaces de construir un conjunto de reglas que permitan delimitar esas fronteras con suficiente nitidez para que esos criterios sean aplicados posteriormente a todos los contenidos posibles, con rigor e imparcialidad. Seguramente es cierto que el acceso a ciertas informaciones puede afectar al desarrollo de los adolescentes, especialmente si ese acceso va acompañado de una sensación de prohibición o de inmoralidad que aumente el morbo de la consulta y fomente la culpabilidad del receptor. Hay otros factores a tener en cuenta:
Los contenidos que quieren censurarse en Internet están igualmente accesibles en los kioscos, pero es infrecuente que se discuta el bloqueo de esos materiales impresos. Por otro lado, los defensores de la moralidad centran sus críticas en las páginas web con fotografías, cuando -en mi opinión- hay textos más conflictivos que la peor de las imágenes; pocos se preocupan por los peliagudos escritos que se publican en el web o en los foros de noticias. Y también son escasas las críticas contra contenidos violentos que son aún más peligrosos para los adolescentes, según dicen los psicólogos y los criminalistas. Tal vez la supuesta defensa de la decencia juvenil solo sea una forma de encubrir la incapacidad que existe en un sector social para asumir los riesgos de la verdadera libertad.
Todos podemos encontrar en Internet informaciones que popularmente serían consideradas como aburridas, obsoletas, literariamente malas o plagadas de defectos lingüísticos; pero nadie se plantea censurar eso. Ya no sé si el conflicto es de Internet... o el sexo es un problema en sí mismo. Creo que la solución pasa por desdramatizar y despenalizar moralmente esos contenidos sexuales, para que dejen de ser un apetecible pecado y empiecen a considerarse como algo intrascendente que no merece una atención especial. Si a alguien le gusta el sexo en demasía, eso es problema suyo y de su psiquiatra, no del que genera esa información ni de la red que la transmite.
En esta discusión, creo que los únicos que lo tienen realmente claro son los sistemas integristas: bajo un régimen talibán no hay caso para la polémica, igual que tampoco lo había en la España dictatorial de Franco ni en la oscura etapa en que dominaba la Santa Inquisición. Pero corren otros tiempos, y ahora el premio (Príncipe de Asturias) se lo llevan quienes defienden la igualdad y la libertad de hombres, mujeres y niños. Si alguien se atreve a decidir lo que otro puede consultar, tal vez deba asumir que nació demasiado tarde o en el sitio equivocado.
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